Antes de salir a la calle volvió a mirarse en el espejo de la entrada de casa. Le sentaba bien el disfraz. Se ajustó un poco más la manopla derecha y sonrió para sí.

- No le ha quedado nada mal el disfraz a mamá.- dijo Mon, su hermano mayor, dándole la mano para salir a la calle.

Para ser febrero era un día muy soleado, incluso olía a primavera. El camino hasta el colegio no fue como otros días. No se le hizo pesado, ni largo. Las ganas que tenía por llegar eran enormes. Quería que todo el mundo lo viese con su disfraz de rana, iba genial. Sobre todo quería pasearse delante de Esther.

LLegó al patio del colegio aún cogido de la mano de Mon. Divisó a sus amigos en un extremo, soltó la mano de su hermano y echó a correr.

- Siiii, Pablo!!! Yo aquí te espero, no te preocupes!!!. Estaré sentado ..... (miró a los lados) al lado de estas madres.- Y Mon se sentó en un banco observando aquel patio en el que él había jugado tantos carnavales; cuando era pequeño las madres no se esmeraban tanto en hacer disfraces, ni siquiera la suya. O tal vez, la mayoría eran comprados....

Efectivamente, los amigos de Pablo alucinaron con su super disfraz de rana.

- Jolines, no te falta nada. Saca la lengua que seguro la llevas roja y cazas moscas.
- Pues no Alberto, hasta ahí no llegó mi madre.

De repente, el patio lleno de ruidos y de gente quedó en silencio. Todos desparecieron y solo quedó él, flotando en una nube, y viendo entrar por la puerta principal a Esther. Estaba preciosa con su vestido de bailarina. Toda de rosa, con un moñete alto, y su sonrisa, siempre preciosa. "Parece mentira que tenga 6 años; si al menos aparenta 9"- pensó Pablo. Decididó fue andando hasta ella. Quería decirle lo guapa que estaba.

- Hola Esther!, estás preciosa. - dijo poniendose rojo.
- Ah Pablo ... hola. Y tu estás .... verde. Si eso verde.
- Te gustaria venir con mis amigos.
- Lo siento Pablo ... si fuese de princesa tal vez ... pero llendo de bailarina, ... no hacemos buena pareja.. - y Esther desapareció entre toda aquella gente que había vuelto a parecer de la nada.

Su hermano Mon que lo obesrvaba desde hace rato le llamó alzando su brazo. Pablo fue hasta él y se sentó triste a su lado. Apoyando la cabeza en su hombro.

- Ains Pablo me estás clavando un ojo, y son muy saltones.

Pablo ni siquiera rió. Mon se sintió mal, porque tendría que ver a su Pablito miles de veces así por una niña.

- No te preocupes Pablito, te acostumbrarás a estas cosas. Todos nos acostumbramos. Las niñas son así.

Pablo suspiró, parecía que había envejecido 20 años en ese suspiro. Miró a su hermano.

- Si siempre van a ser así las niñas, .... me voy con mis amigos.

Y volvió corriendo con esos niños, que sí que alucinaron con su disfraz de rana.

No hay comentarios

Publicar un comentario