A pesar del tiempo, volvieron a sentir lo mismo con aquellas palabras. Tanto al pronunciarlas como al oirlas. La misma sensación. Un cosquilleo en los pies. Pensar que eso no va a acabar bien. Eran nocivos. El uno para el otro. Veneno. Veneno que antes no hacía daño, que gustaba. Ahora el deseo estancado, al volver a florecer, los quemaba por dentro. Ardían de rabia, de celos. Sonreían con malicia. El uno por el otro. El otro por el uno. Y su cabeza estuvo dando vueltas, para encontrar una solución. Solución silenciosa. Solución al problema. Solución para terminar algo que nunca empezaron. Y sus palabras volvieron a quemar sus corazones. Pero esta vez, con mucha más fuerza.

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