Rompía universos de papel por no tener apenas consistencia.
Universos de cristal, por ser demasiado frágiles.
Rompía universos de madera, porque ardían fácilmente.
De piedra, porque eran los más resistentes, y eso la motivaba.
Rompía, también, universos de cartón, porque podía arrugarlos con las manos.
Algunos universos se salvaban. Los reservaba.
Los guardaba en una bolsa de terciopelo; para jugar.
Jugaba con ellos a las canicas, a los bolos, al billar.
Coleccionaba universos.
Solo los que más le gustaban,
independientemente del material que estuviesen hechos.
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