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Micro cuento

7 de julio de 2011

La vi cruzar la calle con un casco amarillo, con su golpe de linterna, igual que el de los mineros. Llevaba además unas botas de agua y una pala, menudo personaje!!!

- ¿a dónde vas de esa guisa?
- voy a buscar una sonrisa.
- ¿una qué?
- ¡ una sonrisa !
- ¿ pero para qué quieres la pala ?
- creo que la sonrisa está enterrada bajo tierra, muy profundo.
- eso es imposible, nunca lo conseguirás.
- lo conseguiré, ya verás. Esa sonrisa es muy importante para mi.
- pero si tu ries siempre!!!
- la sonrisa no es mía, es de ... alguien muy especial

Y se marchó. Se fue alejando, bajando la calle.
Durante aquella semana, cada día que iba al trabajo, dos calles más abajo la veía en un enorme descampando, cavando. Día tras día la pequeña montaña de tierra iba aumentando, igual que el agujero que cavaba.

Una tarde, mientras tomaba mi café en la cocina, un resplando inmenso entró por la ventana. Durante unos segundo dejé de ver. Después unos gritos de alegría. Me asomé al balcón para ver qué era todo aquello. Y de nuevo la vi cruzar la calle, pero esta vez su paso era mucho más ligero, y a la espalda llevaba una enorme mochila.

- te lo dije, la encontré!!! - me gritaba mientras daba pequeños golpecitos a su mochila.
- pero que dices, estás chiflada!!!
- encontré la sonrisa !!!! se la llevo a mi amor!!!!. Te dejo la pala, por si algún te hace falta!!! adiós.

Y después de soltar la palal en mi puerta, bajó la calle corriendo, cargada con la mochila. Una mochila enorme, y de la que escaba una misteriosa luz.
Me quedé allí, en mi balcón, apoyado en la barandilla, pensando si mi extraña vecina estaba realmente loca, o si todo aquello que contaba era verdad. Observé desde arriba la pala, para que la quería yo, no era tan estúpido como para ponerme a cavar, y mucho menos buscando una sonrisa.

Tal vez no comprendía nada porque jamás había encontrado a nadie tan especial como para pasar una semana cavando buscando a saber qué.

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