1

Susanita y los recreos de preescolar.

18 de junio de 2008




Hay experiencias que te marcan de por vida, sobre todo si ocurren en la infancia.
Mi infancia está totalmente marcada por miles de experiencias, .... ésta del quesito me marcó profundamente; es más, suelo contarla bastante a menudo, sobre todo cuando me castigan al ostracismo en el trabajo; y yo digo: - Claro, si esto viene de largo, desde preescolar con el quesito.


De repente un día, la asociación de padres y madres de mi colegio, Principe Felipe, vieron que no tomabamos un buen desayuno en el recreo. Que nos manteniamos a base de bolleria y porquerías varias.
Decidieron acostumbrar a los alumnos a comida sana, o al menos a evitar los bollycaos .... Como estabamos en preescolar, eso del bocata de jamón aún nos venía grande, y nos dieron dos opciones:
. Batido de chocote.
. Mini quesito babybel.

El batido era mucho más apetecible, asi que todas las madres eligieron batidito de chocolate. Todas las madres menos una, la mía. Me veía tan pequeñita, tan poca cosa que pensó que lo que yo necesitaba era calcio, mucho calcio, para reforzar los huesos, y así crecer mucho más rápido hasta alcanzar a los niños de mi clase.
Lo que mi madre no sabía por aquel entonces era que los niños con celiaquía mal tratada suelen ser más chiquitos de lo normal, como yo, chiquitita, y que por mucho queso que tomase pues no ....
Pero bueno, que así empezó la cosa. Mis compañeros tomando batido de chocolate y yo con mi quesito baby bel. Los primeros días fueron divertidos, ... pero luego me quedaba mirando a mis compañeros y les preguntaba si me daban un poco de batido. - No, que yo no quiero queso. - Me decían todos. ¡Qué malos! ....
Con el tiempo, mis amables compañeros se inventaron una serie de juegos con sus briks vacíos. Soplar hasta inflarlos al máximo o lo contrario. Hacer que eran coches y chocarse, pajitas que hacían de espadas y luchar hasta que la sirena volvía a sonar.
Y yo me quedaba sentada, mirando mi envoltorio rojo, que casi parecía plastilina pero que nadie quería ver.
Intenté hablar con mi madre, pero evidentemente, como aún hoy hace, pasó de mi.
Así estuve hasta que llegué a primero y entré en el mundo del bocata. Gracias a él me hice la reina de los recreos. Todos querían compartir conmigo. Pero siempre les respondía:
- Bah! paso de comer bollería.
NO porque no me gustase sino en venganza por lo que me hicieron en preescolar.
Algunos comenzaron a traerse bocadillos pero ni igualaban ni superaban a los mios.
No se, pero mi madre se lo curraba bastante. Tal vez porque tenía remordimiento de mi trauma con los quesitos de párvulos.
Aunque después de todo esto, el queso me encanta desde siempre y después de muchos he vuelto a comprar quesitos baby-bel.


1 comentario

  1. jajajaja! te imagino con el plastiquillo rojo y cara de penurria y anhelo... angelico!

    recordaré lo del quesito babibel para cuando tenga hijos!

    ResponderEliminar