Pasaba los días esperando el momento en que él pudiera abrazarla bajo la lluvia. Acurrucarla, por fin, en su corazón. Los días de aquella maldita espera se le hacían eternos. Las horas pasaban lentas, y las runas no le daban solución. Él siempre se escondía bajo un manto de cobardía brutal. Se refugiaba en una historia que nunca llegó a comprender. Lo peor, sus corazones anhelando algo que parecía fácil. Sus corazones muertos de miedo por no encontrar el final dulce que tanto habían imaginado. Y marcaron sus caminos, para no perderse más. Ven por aquí. Solo tienes que seguir mis huellas. " No creo en más infierno que en tu ausencia".

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