0

ellos y su despertar

29 de octubre de 2008


Temblaba cada mañana al verle. 
Al oírlo, al sentirlo cerca. 

Él ya no temblaba. 
Desde hacía mucho tiempo atrás eso no le pasaba. 
Pero cada vez que abría sus ojitos en la mañana 
y la veía a su lado, despinada 
y buscando desesperada un jersey en el armario
la sonrisa le salía sola. 

Se sentía, no solo el hombre más feliz, 
sino el más afortunado. 
Se levantaba rápido y la abrazaba fuerte por detrás, 
evitando el frío que envolvía la habitación a primera hora del día. 
Y la besaba. 
"Quita, llego tarde."
 repetía ella todos los días pero dejándose besar. 

Mirándolo, tocándole el despeinado flequillo 
que le daba los buenos días con tanto amor. 

Y así, de esta manera empezaban el día con buen pie,
con fuerzas para afrontar todo lo que se le venía encima. 

Se besaban, 
para tener en que pensar durante el día, 
mientras esperaban la noche para volver a sentirse uno.

No hay comentarios

Publicar un comentario