Quizás no sea cuestión de tiempo.
Ni siquiera disciplina.
Puede que el yoga en realidad no me sirva de nada,
y eso de la relajación sea una estupidez.
Puede que cada vez que me veas presientas que voy a recaer.
O puede que emborrones los colores de mi paleta monocromática.
Quizás el azul del mar se vuelva marrón como la tierra.
Y el verde de mis campos cristal como el de mis lágrimas.
Un tal vez lo envuelve todo,
y a veces todo es un reflejo distorsionado de aquel viejo espejo
llamado juventud.
Quizás no haya cremas para las estrías en el corazón,
o sérum que regenere los recuerdos en tu habitación.
Simplemente puede ser la muerte de las mariposas en mi estómago.
O tu diciendo adiós.
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