Había dejado de fumar, me decía cada vez que hablábamos.
Pero me enteré que en secreto, mientras estudiaba sacaba un paquete de cigarrillos y se relajaba aspirando humo.
Recuerdo el sabor de su boca, a pitillo.
Y el olor de su pelo, a camomila.
A veces, al limpiar el cenicero,
el mundo giraba como si ella siguiese aquí.
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