Y despertaba solo para esperarte.
Todo lo hacía esperándote.
Te buscaba, pero nunca te encontraba.
Pasaba las horas, los días, ... a la espera.
Como quién espera el turno de la carnicería,
distraído, sabiendo que en cualquier momento alguien le dirá:
"Perdone, pero le toca a usted."
Y entonces cuando lo que esperase le llamase la atención,
todo sería tan sencillo como pedir que le trocearan el pollo para la sopa.
Pero siempre acababa congelando los momentos de espera que le sobraban
cuando no estabas tú.
No hay comentarios
Publicar un comentario