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las bragas

27 de agosto de 2009


¿Dónde está el límite entre la comodidad y la vulgaridad? Eso me preguntaba yo ayer cuando iba andando por la calle y me di de narices con las bragotas, a saber de quién, colgadas en la ventana.

Hace unos días leí una entrada en un blog dedicado a las braguitas para nuestros días. Sí, esas braguitas que utilizamos esos días en que sabes que nadie va a mirar debajo de tu falda, esos días que estás chof y lo que menos te interesa es ponerte guapa por dentro. Todas tenemos nuestras braguitas feas para nuestros días feos. Pero estas bragotas se pasan ya ….

En todos sitios hay feministas locas que prefieren ir cómodas antes que ser femeninas, usan bragas de algodón y sus sujetadores les aplastan el pecho, … revolución de la mujer. Hemos pasado de no lavarnos el pelo cuando teníamos la regla porque nos quedabamos inválidas (leyenda urbana que mi abuela me contaba en la pubertad) y pensar que todo lo nuestro era un secreto de estado que se podía hablar más que con nuestra madre; a ser tan libres como para colgar las bragotas a la vista de la gente.

En fin, por muy libre que me sintiera, y por poco que me interesase ser femenina y conquistar a los hombres, jamás colgaría mis bragas feas en la ventana

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