Podía rajarnos el alma con sus afiladas pestañas.
Podíamos escuchar su corazón latir cuando nos miraba fijamente.
Sus manos nos acariciaban con dulzura, y cada vez que hablaba hacía al cielo temblar.
Sonríeme preciosa, porque aunque todo vaya mal, yo, estaré aquí para cuidarte.
Y es que, cuando la niña está triste, todo anda mal.
preciosa en esta foto con la rebeca que deja pelos en tu chaqueta negra!
ResponderEliminarQué increíble es el poder involuntario de una persona tan querida!
ResponderEliminar