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castigada por el tiempo

16 de abril de 2009


Y ahora, 
con un grado de madurez más elevado que el que poseíamos cuando nos amábamos, 
tal vez la playa esté tranquila. 
No hay olas que rompan contra las rocas, 
y desde tu ventana todo se vea más sencillo. 
Porque ya no hay marejada, ni siquiera marejadilla; 
porque ahora solo puedo recrearme en los surcos que dejan las gaviotas al pasar.

Separamos caminos, nos deshicimos de besos inútiles, 
rompimos las palabras en pedacitos minúsculos. 
Ligeros de carga.
Al final de esta historia, 
¿ sabes qué ? 
Yo me siento como aquella farola de la playa, 
castigada por el tiempo.

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